lunes, 14 de mayo de 2007

El último pedido de un condenado

Descongelé la heladera.
Si mis amigos, mi cultura retro no solo afecta al celular y los dvds, también me ubican en un hogar carente de freezer. Después de un periodo irracional de tiempo, siempre mayor al que aconsejan, debo desenchufarla, esperar pacientemente a que el iceberg que lo habita decida cambiar su estado de sólido a líquido y secarla pacientemente. Obviamente acelero el proceso introduciendo todo tipo de cacharros llenos de agua caliente y machaco el hielo con la espátula de las milanesas.
Inevitablemente mis dedos adquieren un color azul pálido y salpico la mitad de la cocina. Al terminar prometo, ante el altar alimenticio, no dejar pasar mas de una semana antes de reiterar el procedimiento, conciente de que al hacerlo el trabajo sería mucho más sencillo. Pero peco mis amigos. Incumplo el mandamiento numero dos de las heladeras sin freezer y espero más de un mes antes de descongelarla. (El mandamiento numero uno es no congelarás porque no es un freezer, ese siempre lo quebranto). Habiéndome ganado el pase al infierno de los electrodomésticos sólo me queda algo por decir. El 26 de junio sólo quiero una heladera con freezer, un ramo de flores y un poco de fuego. Sé que no es pedir mucho.

Cuzco

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