miércoles, 23 de mayo de 2007

La modernidad y la demanda

Vivo en un barrio moderno, ya lo saben. Poblado de negocios modernos. Llenos de vendedores modernos que creen que vendedor de negocio moderno en barrio moderno es lo mas cool que existe en la vida. Casi el sumum de lo moderno. El sumun es ser barman en un bar moderno de un barrio moderno, pero eso quedara para más adelante mis amigos. Paso a relatarles. Hace unos días me hice poseedor de dos cosas maravillosas. Una de ellas era un precioso objeto en plata, regalo obviamente (si pudiera costearlo editaría mis propios libros en lugar de postear un blog). El objeto en cuestión, precioso en su forma y calidad, no era de mi agrado y decidí cambiarlo por alguna otra pieza, mas acorde a mis gustos.
El epicentro de este barrio moderno que hábito esta formado por una plazoleta. Alrededor una fauna encantadora pululea mirando vidrieras y tomando mojitos. A solo media cuadra esta ubicado el local en cuestión. Mis días no gravitan precisamente en mi vestimenta y hoy me encontraba en un día particular. De todos modos no es excusa, uno puede calzar lo que guste, porque lo que importa es lo de adentro, o no?
El moderno vendedor me miro de reojo, dudando si había atracado a una mujer de edad devenida en catalogo de bottox. Ante un sociable “¿Qué es esto?” procedo a explicarle mi situación y mostrarle la pieza en cuestión. El moderno lo pesa y me ofrece mirar y elegir piezas de 10.2 gr. de plata. Mi ojo medidor no esta muy afinado mis amigos, debo confesarles. Por lo que el proceso de elección se dificulta un poco.
Tras señalar un par de piezas descubro que mis dedos, tan útiles y ligeros, tan llenos de posibilidades masturbatorias y otras virtudes, no son estándar. No mis amigos. Mis dedos, talla 12, están por debajo de lo estándar. Las piezas de 925 comienzan a partir del talle 15. Pobres de mis delgadas extremidades.
Luego de ofrecerme una clara analogía entre su local y los de talles especiales elijo unas bellas piezas de plata y me retiro, dejando una deuda de menos de diez (el moderno local no acepta plástico y no tiene cambio).
El vendedor moderno considera un favor el hecho de levantar sus posaderas de la silla en la vereda y atenderme. Considera un favor venderme 10.2 gr. de plata a un precio exorbitante. El vendedor moderno no entiende la diferencia entre vintag y viejo. El vendedor moderno no entiende, por sobre todas las cosas, que gente poco cool como quien escribe mantienen su estilo de vida y le pagan el sueldo.
Realmente creo que lo moderno es impresionante.
Cada vez menos moderno
Cuzco

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